En la actualidad el 31 de octubre está marcado por imágenes que refieren a demonios, brujas, muertos vivientes, espectros, apariciones y toda clase de criaturas demoníacas que son caricaturizadas de muchas y diferentes maneras para asustar y hasta para divertir a chicos y a grandes. Por todas partes vemos familias enteras que se disfrazan caracterizadas de todos estos seres para salir a las calles a pedir dulces o de lo contrario harán alguna travesura en la casa del vecino.
Esta costumbre moderna nada tiene que ver con el origen de la noche o Víspera de Todos los Santos (All Hallows Eve) celebrada por los católicos desde hace varios siglos, dicha celebración tiene el objetivo de recordar a aquellos Santos de todos los tiempos dedicándoles un día en especial del santoral. Hace unos años durante la oración del Ángelus en la plaza de san Pedro, S.S. Francisco nos explicaba cómo es que la Solemnidad de Todos los Santos tiene como objetivo recordarnos que todos estamos llamados a la santidad, es un constante recordatorio de que la santidad no es un fruto que se pueda alcanzar con nuestras propias fuerzas, sino que es producto de la gracia de Dios y de nuestra libre respuesta a ella.
"La solemnidad de hoy de Todos los Santos nos recuerda que todos estamos llamados a la santidad. Los Santos y las Santas de todos los tiempos, que hoy celebramos todos juntos, no son simplemente símbolos, seres humanos lejanos, inalcanzables".
S.S. Francisco. Ángelus. Solemnidad de Todos los Santos. San Pedro, Ciudad del Vaticano. 1 Nov 2019.
Dice también el Papa en dicha reflexión que el recordar a los Santos nos invita a voltear la mirada hacia el cielo, no para olvidar las dificultades o vicisitudes de la vida terrenal, sino para recordar que es el cielo a donde estamos todos llamados, y así vivir con la constante esperanza de que algún día podremos gozar de la plenitud de la gracia del Padre.
Muchos nos han preguntado si es una conducta correcta del católico celebrar Halloween como lo hace el mundo en estos días. La respuesta a esa pregunta sería que si tu propósito al celebrar difiere del recordar que estamos llamados a la santidad, y en su lugar pones imágenes de demonios, o seres diabólicos para hacer alusión al mal que existe en el mundo; entonces no, esa no es una actitud católica. La actitud católica sería el recordar que en efecto en cualquier momento podemos morir, y por lo tanto invitar a los demás a perseverar a estar en gracia continuamente porque como nos dijo Jesús a nosotros no nos toca saber ni el día ni la hora (Hechos de los Apóstoles 1,7).
Para ponerlo un poco más claro: el disfrazarnos o vestirnos de figuras malévolas es darle al mal y al demonio un lugar que no le corresponde. Cristo ya venció al mal de una vez y para siempre, el cristiano no puede permitir que el mal se anide en su corazón ni en su casa bajo ningún motivo. Ya lo decía desde antiguo el libro del Deuteronomio "Amarás al Señor tu Dios, con todo el corazón..." Y este mandamiento tiene que estar más presente que nunca en estos tiempos modernos, en los que aparentemente estas costumbres trascendieron del círculo espiritual y no significan nada. Pero es todo lo contrario.
"Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Graba en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy" (Deuteronomio 5, 5-6).
Recordemos que el enemigo tiene un sin fin de disfraces, algunos que probablemente nos resulten graciosos o hasta tiernos, sin embargo no dejan de ser representaciones (aunque sean caricaturizadas) de figuras demoníacas que logran poco a poco cambiar nuestra manera de ver al mal y así dejarlo entrar en nuestra vida. El diablo es el maestro de la división, de la mentira y hará lo que sea para robarle un alma a Dios. ¿No acaso intentó robar el alma del mismo Jesús cuando lo tentó en el desierto? ¿Qué hizo Jesús al ser tentado? Se mantuvo firme con Dios Padre como pilar de su vida y no negoció con el enemigo, sino que simple y tajantemente lo dejó fuera sin posibilidad de actuar.
Así que, si queremos celebrar algo estas vísperas, celebremos pues junto con la Iglesia de Cristo la memoria de todos aquellos hombres y mujeres que han sido un ejemplo de vida y nos inspiran a ser santos. Hay ejemplos para todos los gustos, tenemos santos varones, santas damas, santos laicos y religiosos, santos niños y santos adultos. Estoy seguro de que si buscamos en el santoral, encontraremos un santo que capture nuestro corazón y nos invite a seguir a Cristo. Celebremos que en la unidad que nos da la fe católica, podemos, como una sola Iglesia mirar al cielo y decir "esa es mi meta".
¡Bendecida Solemnidad de Todos los Santos!
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