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Foto del escritorAna Belén

San Francisco y el purgatorio

Uno de los santos más populares en la historia (dentro y fuera de la comunidad católica) por la peculiar forma que tuvo de vivir y servir a Dios, es Giovanni di Pietro Bernardone “el francesito”, más conocido como Francisco de Asís. Este santo medieval es conocido mundialmente por haber pasado de una vida llena de lujos y comodidades a otra donde reinó la pobreza y la sencillez. También se le conoce por haber construido varios templos con sus propias manos, y por su total amor y admiración por la Creación, en especial por los animales, de quienes era amigo y con quienes conversaba y les predicaba.

San Francisco de Asís predicando a los peces. Edouard Jerôme Paupion. Museo de Arqueología y Bellas Artes de Besançon, Francia.

Otras razones por las que es reconocido y admirado por muchos, es por su papel clave en la restauración de una Iglesia herida que necesitaba ser renovada en el amor y servicio a Dios y al prójimo, sobre todo a los enfermos y más desafortunados; por la fundación de la orden franciscana, semillero de tantos santos a través de los siglos; por las innumerables apariciones, milagros y conversiones de los que fue instrumento; así como por los estigmas que padeció.


Indudablemente una figura que sigue maravillando, atrayendo y acercando a cientos de personas a este estilo de vida de un completo enamorado de Dios. Pero, sabiendo todo lo que ya sabemos de él, existe algo muy curioso que muchos desconocemos: Después de la Santísima Virgen María y de San José, San Francisco de Asís es el único santo que puede liberar almas del Purgatorio.


Un rescatador de almas


Son tres los días del año en que este gran santo baja al Purgatorio a buscar las almas de sus hijos espirituales y devotos suyos que hayan necesitado pasar primero por la purificación antes de ser llevadas a la presencia definitiva del Señor. Según se relata en varias biografías y documentos sobre la vida y obras de san Francisco y de sus primeros compañeros franciscanos, luego de haber recibido el don de los sagrados estigmas, Cristo mismo le reveló a san Francisco que le concedería el don de bajar al purgatorio para rescatar de las penas y sufrimientos a las almas de sus devotos. Misma revelación que fue contada al mundo luego de su muerte, tal como él había solicitado.


Francisco visita almas del purgatorio. Basilio de Santa Cruz Pumacallao. Convento de San Francisco, Santiago de Chile.

En la obra hagiográfica “Las Florecillas de San Francisco” se recoge así la aparición de Cristo a San Francisco: «¿Sabes tú lo que yo he hecho? Te he hecho el don de las Llagas, que son las señales de mi Pasión, para que tú seas mi Portaestandarte. Y así como yo el día de mi muerte bajé al Limbo y saqué de él a todas las almas que encontré allí en virtud de estas mis Llagas, de la misma manera te concedo que cada año, el día de tu muerte, vayas al Purgatorio y saques de él, por la virtud de tus llagas, a todas las Almas que encuentres allí de tus tres Órdenes, o sea, de los menores, de las monjas y de los continentes (Terciarios Franciscanos), y también las de otros que hayan sido muy devotos tuyos, y las lleves a la Gloria del Paraíso, a fin de que seas conforme a mí en la muerte como lo has sido en la vida».


San Francisco de Asís sacando ánimas del purgatorio. Juan Correa. México.

Sin embargo, además de esta aparición en particular, existen numerosas visiones de santos y místicos de siglos posteriores, que confirman haberlo visto rescatando almas en el purgatorio más de una vez al año, y en varias ocasiones acompañado de la Santísima Virgen María indicándole qué almas rescatar por la gracia de los sufragios recibidos. Es por ello que en varias obras pictóricas de la iconografía franciscana se ha representado a San Francisco extendiendo su hábito o cordón hacia las almas del purgatorio, incluso de pie junto a ellas, en signo de la redención de la cual es intercesor y partícipe.


Virgen del Carmen con San José, San Francisco y las ánimas del Purgatorio. José Antonio Ayala.

Otras revelaciones


De igual manera, según las visiones recogidas en el libro “El Purgatorio, una revelación particular”, el autor relata que le ha visto recogiendo con ternura las almas de sus hijos devotos e invitando al mundo a rezar y ofrecer sacrificios por ellos. Con frecuencia le vio también invitando a los hombres y jóvenes de todo el mundo que se llaman Francisco, a rezar por otros Franciscos que se encuentran en el Purgatorio, para que pueda encontrarlos y estos puedan ser liberados.


En diversos registros biográficos y documentos escritos en los últimos siglos se puede encontrar que los días en que san Francisco baja al purgatorio son: el 2 de agosto, día de la Porciúncula o Solemnidad del Perdón de Asís (peregrinación anual a cualquier iglesia franciscana); el 17 de septiembre, día de la conmemoración de la impresión de sus sagradas llagas; y los días 3 y 4 octubre, vísperas de su muerte y festividad. En estos días especiales, se nos concede a nosotros también la facultad de colaborar en la obra redentora de Dios, ofreciendo sufragios y pidiendo la intercesión de san Francisco por la liberación de las almas del purgatorio, y por las almas de nuestros familiares y amigos difuntos. En definitiva, un intercesor indispensable a la hora de nuestro tránsito y de nuestra muerte.

San Francisco de Asís en su tumba (detalle). Francisco de Zurbarán. Museo de Arte de Milwaukee, Estados Unidos.

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