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¿Quiénes son nuestros amigos?

Hoy quiero hablarles sobre algo importante… ya que forma parte de nosotros… son fundamentales en nuestra vida… quiero hablar de nuestros amigos… recordemos que los seres humanos somos, por esencia, seres sociales, necesitamos de la interacción con el otro, sea quien sea, ¿y qué mejor que algunas de las personas con las que compartimos nuestra vida sean verdaderamente nuestros amigos?


Es relativamente “fácil” tener muchos amigos… Podemos agregarnos en Facebook, seguirnos en Instagram o Twitter, intercambiar nuestros números de WhatsApp… Ah, ¿creen que no es tan así realmente? Bueno, para ser sincero, yo tampoco. Si bien podemos hacer cualquiera de esas actividades con un amigo, digamos que no es un verdadero requisito, sino más bien un “adorno”; ya que por diversas circunstancias puede uno no manejar dichos portales, la tecnología o directamente no tener acceso y sin embargo tener buenas amistades, sino ¿Cómo eran amigos, por ejemplo, Jesús y Juan, uno de sus discípulos?


Quizás la palabra “amigo” se ha desvalorizado en cierta parte, solemos (o al menos es algo que personalmente me pasa) decirla con mayor frecuencia y con menor filtro… Entonces quiero que nos preguntemos, ¿quiénes son nuestros amigos? ¿Son aquellos que se acuerdan de nosotros de vez en cuando en momentos que buscó a otros y no los encontró?, ¿aquel que nos vio en el supermercado y nos llamó “amigo” por buenos modales?, ¿o son aquellos que salen a nuestro encuentro sin dudarlo cuando creen que necesitamos de su auxilio, incluso teniendo ellos muchas veces la iniciativa? En lo personal me gusta llamar “amigo” a aquellas personas que se preocupan por mí, ya sea por mi estado corporal, por mi alma, por mi familia, por mis alegrías o tristezas, y por mis errores, especialmente por mis errores, cuando me hablan con caridad sobre las diferentes situaciones en las que no actué como debería, para tener la posibilidad de reflexionar y que no se repitan momentos similares en el futuro.


Las actividades que podemos hacer con nuestros amigos son muchas y muy variadas, nombrando algunas que podrían ser tenemos viajes, comidas o meriendas, tardes al aire libre, o una charla sobre el partido del fin de semana, entre muchísimas más. Aunque las diferentes actividades que acabo de nombrar podemos hacerlas con cualquier amigo hay otras que quizás sean más “exclusivas” por el hecho de compartir o no la fe, que gran bendición la de poder compartir una Misa, una misión, o un Rosario con amigos. Qué lindo compartir nuestro camino con un amigo ¡Qué lindo intentar construir una amistad Santa!


Para seguir adentrándonos en el tema, quiero que leamos juntos un fragmento del capítulo 6 del libro del Eclesiástico “14 Un amigo fiel es apoyo seguro; el que lo encuentra, encuentra un tesoro. 15 Un amigo fiel no tiene precio, es incalculable su valor. 16 Un amigo fiel es medicina para la vida, los que temen al Señor lo encontrarán. 17 El que honra al Señor hace que su amistad sea valiosa, porque su amigo será como sea él”.


A lo largo de mi vida, como gran parte de quienes estén del otro lado leyendo estas líneas, muy probablemente, he tenido diferentes amigos debido a ciertas circunstancias… Aunque puedo afirmar que compartir misiones con amigos, organizar Rosarios, actividades parroquiales o diocesanas no tienen comparación, incluso aquellos momentos compartidos con quienes dicen no tener nuestro mismo Credo y escuchan atentos e interesados lo que para uno representa la amistad propia con Jesús, al menos a mí, me llena el alma de alegría por solo saber que a esa persona le interesa verdaderamente mi bienestar y mis actividades (y quién dice, que el día de mañana también podamos compartir actividades como las que hoy nombramos con estas personas, sería muy lindo si logran convertirse… tendría el sabor especial de que es alguien con quien hemos entablado una relación).


Si aún no hemos encontrado amigos con quienes compartir nuestra fe no hay que desesperar, Dios nos los dará cuando lo crea necesario, no olvidemos que sus tiempos son perfectos. Por ejemplo San Francisco y Santa Clara (de Asís), quienes tuvieron una amistad santa, no se conocían desde chiquitos, sino que Dios se tomó su tiempo en poner uno ante el otro, por algún motivo Dios ha decidido aún no hacernos conocer con esa o esas personas, o simplemente aún no hemos logrado darnos cuenta de que ya están ahí, esperando que abramos nuestros ojos.


Personalmente Él me ha ido cruzando, en mi camino de fe, con algunas personas que en otro lugar no hubiera conocido si no era en la Iglesia, en Su Iglesia. Hoy son ellos (que llamo amigos) que me guían cuando estoy perdido, que se preocupan por cómo me siento y por mi relación con Jesús, nuestro amigo, o también que me comparten libros, diferentes publicaciones, canciones o películas relacionadas con nuestra vida como jóvenes católicos. Y quiero contarles que lo más lindo de esto es que es recíproco, no es que uno “llena de contenido” al otro y se lava las manos, sino que mutuamente se comparte material y es rumiado, como la comida de las vacas diría el P. Juan Alberto (haciendo referencia a hablar del tema algunas veces) para darle la vuelta, “sacarle jugo” y encontrarle el verdadero sentido que Dios quiere.


Hoy (y siempre) doy y debo dar gracias por el don de la amistad, especialmente por aquellas que día tras día, quizás inconscientemente, intentan acercar mi alma un poquito más al Cielo. Suelen ser ellos que cuando me ven perdido me recuerdan cuál es el camino, que se interesan por mi bienestar, por cómo me siento últimamente, y, como también ya les dije, intentan corregirme, fraternalmente, para mejorar mi versión día a día y alcanzar la santidad. Luchemos también nosotros por las almas de los nuestros, recemos y ayudémoslos a llegar al Cielo, es la meta que como Católicos debemos tener independientemente de nuestra vocación.


Por último quiero que recordemos que el recorrido del Camino de Dios que han tenido los diferentes Santos son ejemplos de vida que podemos tomar, ya que más allá de los errores que han tenido algunos como seres humanos (y nosotros también los cometemos) han tenido un proceso de conversión hermoso de la mano de Dios. Todos se destacan en diferentes aspectos particulares, como Santa Mónica en la perseverancia de la oración, San Maximiliano Kolbe por seguir el camino de martirio a pesar de poder haber tomado otra decisión, San Cayetano es patrono del trabajo, y podríamos seguir hablando muchísimo tiempo sobre los diferentes Santos. San Francisco y Santa Clara llegaron a serlo entre otras cosas porque lograron ver a Dios presente en su amistad, ¿por qué no nos proponemos imitarlos?



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