Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
(Lucas 2, 29-32)
¿Ya leíste la Palabra de ayer?, ¿ya te anunciaron ese hermoso Evangelio?, ¿ya te presentaron la luz que alumbra las naciones? Pues nos cuenta el evangelio de San Lucas, precisamente el 2 de febrero, que fue cuando se cumplió el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, sus padres, José y María, lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor. Cuando meditamos en ese verbo, en presentar, no puedo dejar de pensar en las personas que con cuanto esfuerzo y amor, hicieron lo posible por presentarme a Jesús; en el relato bíblico su madre lo presenta, en la vida de muchos de nosotros es nuestra propia madre, que rosario tras rosario, que desgranando la camándula, pidiendo la ayuda de Ella, nos terminó presentando a Cristo, quien al final de cuentas, terminó alumbrando nuestras vidas.
¿Quién es esa luz que terminó alumbrando nuestras vidas?, en el evangelio de San Juan, capítulo 8, Él, Jesús, se nos presenta como la Luz. En mi país le llamamos al servicio eléctrico, la luz, cuando por alguna razón lo suspenden, la frase popular es, “se fue la luz”, y esa, para que nos alumbre, la recibimos por medio de un bombillo; en aquella época, no existía este servicio, entonces la luz se prendía por medio del fuego en un candelabro, el cual se podía transportar en la mano, así como lo muestran las vírgenes sensatas que llevaban sus lámpara de aceite en todo momento (San Mateo 25, 1-13), de esa misma manera, la Virgen María, la más sensata de todas las vírgenes, es el candelabro que lleva consigo la luz, la luz que es Cristo, que como dijo el profeta Simeón, ese día en la puerta del Templo, “luz para alumbrar las naciones”, luz para alumbrar nuestras vidas y disipar las tinieblas que nos cubren, como dice la oración del estudiante de Santo Tomás de Aquino, las tinieblas del pecado y de la ignorancia.
Ayer celebrábamos la advocación mariana de la Virgen de la Candelaria, que desde hace muchos siglos toma su nombre de la fiesta de la Candelaria o de las candelas, la cual inició en oriente y se extendió después a occidente, cuando el Papa Gelasio I, prohibió y condenó en el año 494, las fiestas lupercales, la cual era una fiesta pagana, instaurando la fiesta de la presentación del Niño Jesús en el templo y la purificación de la Virgen María. Esta advocación, después de Nuestra Señora de Guadalupe, es la segunda advocación mariana más extendida en el continente americano.
A esta festividad, se le conoce de diferentes maneras, como la Fiesta de la Candelaria, la Presentación del Señor, la Purificación de María, la fiesta de la Luz o la fiesta de las Candelas; nombres que representan el significado de lo que se celebra, Cristo es la Luz del mundo presentada por su Madre en el Templo viene a iluminar a todos, así como la candela está en la vela en el candelabro, y Ella, María es ese candelabro.
La invitación de hoy es que dejes que Ella, la Madre del Salvador, te lleve la Luz, te lleve a Cristo, para que ilumine y alumbre tu vida, para que veas con claridad el estado de tu alma, para que en tu boca, siempre haya una sonrisa. No quiero que termines de leer, sin antes sumergirte en esa luz un ratico, te comparto esta canción, y ora con ella, reza, que te queme su luz.
Muy bonito comentario y bien fundamentado. Felicidades Johnatan E.