Me gustaría comenzar con una historia muy inusual del Antiguo Testamento, pero que, sin dudas, se ha ganado mi corazón. Y es la historia de David contra Goliat.
Para refrescarles la memoria en esta historia bíblica, David es un pastor que se quedó para cuidar ovejas mientras sus siete hermanos mayores se fueron a la guerra para luchar contra los filisteos. Una mañana, el padre de David le pidió que entregara artículos a sus hermanos en el campamento militar. Al llegar, David descubrió que todos tenían miedo de luchar contra un filisteo gigante llamado Goliat. David se acercó al rey para preguntarle si podía luchar contra Goliat, pero el rey Saúl dijo que David era demasiado pequeño. Sin embargo, David persistió, y el rey Saúl finalmente accedió. El pequeño David marchó hacia adelante para luchar contra Goliat, llevando consigo solo un bastón, piedras y una honda, sin armadura protectora. El gigante Goliat se burló del tamaño de David, pero David le dijo a Goliat que estaba armado con el Dios Todopoderoso que lo entregaría -a Goliat- en sus manos ese día. Y efectivamente, con sólo una honda y piedras, David mató a Goliat y conquistó a los filisteos.
Creo que la razón por la que disfruto tanto esta historia es porque me recuerda a ser pequeño, pero poderoso. El pequeño David logró lo que parecía imposible porque Dios estaba con él. Esto me da la esperanza de que incluso en los momentos en que me siento pequeña o sin fuerzas, Dios ya está un paso por delante para ayudarme a conquistar la tarea.
A la luz de la celebración de los santos de este mes que ya pasó, quiero presentarles a algunos de mis favoritos que me inspiran a confiar en el poderoso nombre del Señor en lugar de preocuparme por mis deficiencias.
María Goretti: Perdón y Misericordia
Santa María Goretti nació en una familia pobre de agricultores italianos y nunca aprendió a leer ni a escribir. Cuando tenía sólo 12 años, su vecino Alessandro trató de salirse con la suya, pero María lo rechazó. Luego, Alessandro procedió a atacarla, apuñalándola repetidamente con una daga. Ella murió 24 horas después en el hospital. Sin embargo, antes de su muerte, María le ofreció perdón a su asesino y luego lo visitó en un sueño mientras estaba en prisión, diciéndole que realmente lo perdonó. Esto hizo que Alessandro se arrepintiera y se convirtiera, ¡incluso asistió a su canonización!
¡Esta niña era pequeña, pero sus actos de fe, amor y perdón eran poderosos! Su historia ha inspirado a miles a lo largo de los años. Ella puede enseñarnos sobre el perdón y la misericordia. ¿Hay alguien en tu vida a quien le guardes rencor? ¿Alguien que crees que no merece perdón? ¡Pídele a santa María Goretti que ore por ti para ayudarte a tener el coraje de perdonar como ella lo hizo!
Pier Giorgio Frassati: ordinario, pero extraordinario
El beato Pier Giorgio Frassati puede no haber sido pequeño en estatura, pero sus pequeños actos de gran amor impactaron a innumerables personas. Nacido en una familia italiana influyente, Pier no dejó que el prestigio mundano de su familia interviniera en su deseo de santidad. Dio el dinero o los artículos que tenía a los pobres en las calles sin que su familia lo supiera.
Pier era un ávido amante de las actividades al aire libre y le encantaba escalar montañas; a menudo veía estas aventuras como oportunidades para evangelizar a sus compañeros al traer a un sacerdote para celebrar la misa o al hablarles acerca de Dios. Una de mis historias favoritas sobre Pier Giorgio involucra un juego de billar que jugó con algunos amigos. Antes del juego, Pier planteó un desafío: si ganaba, todos debían ir a Adoración con él. Uno tras otro, cada uno de ellos perdió y fue a adorar al Señor con Pier Giorgio.
Era simplemente un tipo ordinario, con un corazón extraordinario por el Señor. ¡Y debido a esto, Pier Giorgio Frassati pudo completar un trabajo pequeño pero poderoso para el Reino de Dios! De hecho, cuando murió, las calles de su ciudad estaban llenas de miles de personas que su familia no conocía, pero que se vieron afectadas por la santidad cotidiana de Pier.
José Sánchez del Río: alegría en los juicios
San José Sánchez del Río tenía sólo 12 años cuando estallaron las Guerras Cristeras en México. El Gobierno mexicano estaba tratando de demoler la influencia de la Iglesia Católica en el país al prohibir la fe y matar a los católicos. El pequeño José se unió a los Cristeros, un grupo que intentaba salvar la fe, pero fue capturado durante una batalla.
Los soldados que capturaron a José le dieron muchas oportunidades de vivir, si tan sólo renunciaba a su fe. El pequeño José se negó. Luego, los soldados le cortaron las plantas de los pies y lo hicieron marchar por la ciudad hasta el lugar de su muerte. En el camino, San José rezó el rosario en voz alta, cantó canciones de alabanza, rezó por sus enemigos y gritó: "¡Viva Cristo Rey y Santa María de Guadalupe!" Una vez llegado a su tumba, los soldados terminaron su vida de 14 años con disparos.
Es posible que no vivamos en las mismas condiciones en que vivió san José, pero podemos aprender mucho de este niño pequeño que tenía una fe poderosa. Nos muestra cómo ser valientes en medio de la persecución y cómo tener gozo en el Señor mientras soportamos un sufrimiento inmenso.
Pequeñas pero poderosas diferencias
María, Pier Giorgio y José son algunos ejemplos de santos que no eran nada especial, pero aprovecharon las oportunidades que se les presentaron para defender la virtud. Estos pequeños pero poderosos santos, junto con los miles de otros que ya están en el cielo, nos enseñan a no temer nunca nuestras deficiencias, porque Dios nos equipa a cada uno de nosotros con las gracias necesarias para cada desafío que enfrentamos en la vida. Los santos no lo tuvieron fácil. No tenían superpoderes. Eran humanos, llenos de sus propias dudas, miedos y defectos. Pero su inmenso amor por el Señor y su profundo deseo por el cielo los inspiró a levantarse y ser "poderosos".
¿No estamos todos llamados a hacer lo mismo? ¡Seamos santos, mis hermanos!
Desde mi corazón al tuyo,
Angie M.
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