Belén significa la casa del pan, hermosa alegoría a Nuestro Señor Jesucristo quién nació allí y lo encontramos en ese pequeño trozo de pan en la eucaristía por nosotros. Siendo el evento más importante la llegada de nuestro salvador hubo dos hechos relevantes años anteriores; el primero, cuándo David fue ungido como Rey por Samuel y el segundo, Noemí regresando con su nuera viuda Rut, quién le dijo “Tu pueblo será mi pueblo, tu Dios será mi Dios” Rut 1, 16. Ambos acontecimientos nos dan una luz de lo que sería la llegada del Mesías, quién es Rey de reyes y por Él hemos de dejarlo todo para seguirlo, tal como lo hizo su antepasada Rut.
No obstante, el nacimiento se da no solo en una pequeña ciudad sino en un establo muy sencillo, ya que los santos esposos José y María no contaban con recursos económicos suficientes para ubicarse en una cómoda posada, sin embargo, Dios se vale de las circunstancias más adversas para demostrar Su Gloria porque aunque el lugar fuese indigno, estaba en el regazo de los dos corazones más puros, unidos contemplándolo y afirmando su SÍ ante el plan salvífico de la humanidad. Esto lo vivieron igualmente, los pastores que se encontraban cerca cuando el Ángel del Señor se les apareció y quedaron todos impregnados de la gloria de Dios, sintieron temor pero al escuchar que había nacido el salvador Cristo Señor, abrieron su corazón para recibir al Mesías. Por ello, Navidad es una época de preparar nuestra alma y corazón para esa llegada de Jesús quién siendo Rey del universo se hizo hombre en las condiciones más humildes y quizá podríamos pensar inhumanas o indignas de tan grandiosa Majestad. Pero, ¿qué hemos de ofrecerle nosotros a Jesús?, ¿un corazón dispuesto? O ¿Una renuncia al mundo? Los bizantinos en navidad expresan esto con una oración:
“¿Qué cosa te ofrecemos, Oh Cristo, por haber aparecido en la tierra como hombre? Cada una de las creaturas creadas por ti te ofrece su reconocimiento: los ángeles, el canto; los cielos, una estrella; los magos, sus dones; los pastores, su admiración; la tierra, una gruta; el desierto, un pesebre. Pero nosotros te ofrecemos por madre la Virgen María".
Sí, ofrecemos a la Santísima Virgen María quién en Navidad recordamos el titulo cristológico que recibe como Madre de Dios, trayendo los primeros escritos cristianos que usaron el termino Theotókos que significa engendradora de Dios. Podría decirse que quizá el día más feliz en la tierra para ella fue el nacimiento de Jesús, que igualmente lo sea para todos los católicos, reflexionando con gozo el agradecer a Dios Padre por Jesús, al Espíritu Santo por iluminar en el caminar, a San José por ser base de la Iglesia y a la Virgen María por ser Madre de Jesús y de la humanidad entera, siendo intercesora por excelencia. Sean estas fechas de hacer de la Iglesia doméstica, es decir, cada familia un establo en Belén donde aun habiendo poco que ofrecer recibamos y permitamos que Dios con su gloria se manifieste haciendo prodigios porqué nunca nos dará poco pero si lo necesario para salvarnos.
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