Nos preparamos para la fiesta de Pentecostés que tendrá lugar el próximo 23 de mayo, cincuenta días después de la Resurrección del Señor. Jesús resucitado les promete a los apóstoles y a todos nosotros la venida del Espíritu Santo:
“Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy, os lo enviaré” Juan 16,5-11.
Imagínate que tienes que despedirte de una persona muy querida. Esa persona es la que más te ama, la que mejor te conoce y por ella lo has dejado todo. Eso es lo que les pasó a los apóstoles. Podemos comprender su inmensa tristeza al perder a Jesús ¿verdad?
“Algo se muere en el alma cuando un amigo se va” dice la canción. Conocer a Jesús, mirarle a los ojos, sentir su tacto y luego perderle… ¡Qué gran vacío debieron sentir todos aquellos que conocieron y amaron a Jesús cuando se marchó!
Sin embargo, Jesús les dice que les conviene que se vaya. Jesús que ama a los apóstoles, que nos ama tanto a todos, nos hace una promesa. Y la promesa es un Amor muy fuerte, tan fuerte que es simbolizado con el fuego. Ese amor va a venir y va a colmar esta carencia de amor que tenemos, nos va a consolar, nos va a acompañar toda nuestra vida. Ese es el Espíritu Santo.
Jesús cumple su promesa y el día de Pentecostés sucede lo siguiente:
“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido, semejante a un viento impetuoso, y llenó toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas como de fuego, que se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas extrañas, según el Espíritu Santo los movía a expresarse...” Hechos de los Apóstoles 2, 1-13.
El gran místico San Juan de la Cruz utiliza también en sus obras el simbolismo del fuego al hablar del Espíritu Santo. El amor del Espíritu Santo es un fuego purificador, sanador y transformador del alma. Es un fuego que hace llamear el alma y estas llamas de amor pueden transformar también el mundo.
Por eso, para prepararnos para Pentecostés nosotros decimos “Ven Espíritu Santo”, pero no lo decimos porque el Espíritu Santo no habite ya en nuestra alma, sino que lo repetimos para hacernos conscientes de que Él existe y habita en nosotros junto con el Padre y el Hijo. Y aunque Él está ya con nosotros quiere nuestro consentimiento para dejarle actuar, para dejarnos amar y transformar, de modo que sea posible nuestra unión con Dios, aún ya, en esta vida terrena.
Para cultivar esta unión, la oración, el diálogo entre nuestra alma y Dios, es necesario. Para cultivar este encuentro con Dios, podemos unirnos al retiro de 9 días con el Espíritu Santo, una propuesta de preparación para Pentecostés, en donde se profundizará en la bella obra del místico San Juan de la Cruz: “Llama de Amor Viva”. Cada día, quienes se inscriban recibirán un pequeño fragmento del libro, una meditación y una canción al Espíritu Santo.
Anímate a participar e invita a tus seres queridos a unirse a esta gran fiesta del Amor de la que el mundo actual está tan necesitado, la cita en Hozana, la red social de oración. ¡Dejémonos amar por Dios!
María Jesús Esteban, de Hozana
Ven espíritu Santo ven llena los corazones de tus hijos y enciende en ellos La llama de tu amor