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¿Cómo deben votar los católicos?

Como católicos, el centro de nuestras vidas es Jesucristo. Aprendemos lo que está bien y lo que está mal de Él y de la Iglesia que Él inició. Por lo tanto, debemos votar basados en la enseñanza de la Iglesia y, afortunadamente, se nos ha dado una guía a través de la Doctrina Social Católica. Arraigada en la vida y las enseñanzas de Cristo en las Escrituras y la Tradición, la Doctrina Social Católica tiene siete temas clave:


1) Vida y dignidad de la persona humana,

2) Llamado a la familia, comunidad y participación,

3) Derechos y responsabilidades,

4) Opción por los pobres y vulnerables,

5) La dignidad del trabajo,

6) La solidaridad y

7) El cuidado de la creación de Dios.


Si bien no es perfecto, el objetivo de la política es trabajar por el florecimiento de todas las personas a través de las leyes y el gobierno. Si creemos lo que Cristo enseña, entonces sus enseñanzas son el bien de todos y, por lo tanto, debemos llevar la fe a la esfera política. Tenemos la responsabilidad de moldear el carácter moral de nuestra sociedad y, no podemos separar la fe de la política.


Nuestra fe nos da la Doctrina Social Católica como base para enfrentar los problemas modernos y responder fielmente de acuerdo con la Verdad. A medida que en las redes sociales se habla últimamente sobre esto, quería tomarme un momento para abordar cómo podemos incorporar la fe y la política, y asegurarnos de que nuestras decisiones futuras estén arraigadas en la Verdad y las enseñanzas sociales de la Iglesia Católica.


Nunca habrá un (a) candidato (a) perfecto (a)


En primer lugar, creo que es necesario decir que nunca habrá un (a) candidato (a) perfecto (a). Parte de la razón por la que personalmente odio la política se debe a que muchos políticos tienen dos caras. Dicen una cosa, pero hacen otra, y es difícil saber en qué creen realmente. Sin embargo, si queremos crear un cambio en la sociedad y luchar contra la injusticia, los políticos son un vehículo para realizar cambios en el gobierno, por lo que tenemos que apoyar a alguien (incluso si lo vemos como el menor de dos males).


Dicho esto, todavía no ha habido un partido o candidato (a) que se alinee perfectamente con todos los problemas de justicia social de la Iglesia. Así que, naturalmente, nos enfrentamos a la opción de priorizar ciertos temas o enseñanzas sociales sobre otros. Pero, ¿cómo sabemos qué temas priorizar? ¿Hay ciertas cuestiones morales que tienen prioridad?


Problemas descalificadores


La Iglesia Católica prioriza enfáticamente el carácter sagrado de la vida humana y la dignidad de la persona humana como fundamento y cimiento de todos los demás principios. Sin el derecho a la vida, no tenemos ningún derecho; es inherente y esencial.


San Juan Pablo II dijo: «Sobre todo, el clamor común, que se hace con justicia en nombre de los derechos humanos —por ejemplo, el derecho a la salud, al hogar, al trabajo, a la familia, a la cultura— es falso e ilusorio si el derecho a la vida, derecho más básico y fundamental y condición de todos los demás derechos personales, no se defiende con la máxima determinación» (Christifideles Laici, 38).


Por tanto, cualquier tema que viole este derecho fundamental a la vida no puede ni debe ser apoyado. Esto es lo que podemos llamar una cuestión descalificante: no podemos apoyar moralmente a un candidato que respalda la eliminación del derecho a la vida. Aquellos que voluntaria y directamente apoyan las políticas públicas que socavan los principios morales fundamentales cooperan con el mal.


La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos tiene un documento interesante “Forming Consciences for Faithful Citizenship”, donde habla de dos tentaciones que a menudo distorsionan la defensa de la vida de la Iglesia: 1) creer que existe una equivalencia moral entre todos los temas, y 2) usar las distinciones morales como una excusa para disminuir o ignorar otras infracciones graves.


En primer lugar, el documento afirma: «La destrucción directa e intencional de la vida humana inocente desde el momento de la concepción hasta la muerte natural es siempre un error y no es sólo un problema entre muchos. Siempre hay que oponerse». Creer que existe una equivalencia moral entre todas las cuestiones que involucran la vida y la dignidad humanas, que no existe una distinción ética, puede hacer que pongamos demasiado énfasis en nuestra votación sobre cuestiones que no deberían considerarse al mismo nivel que las cuestiones descalificantes como el aborto o la eutanasia.


Sin embargo, la segunda tentación es utilizar estas distinciones morales como excusa para disminuir o ignorar otras violaciones graves de la vida y la dignidad humanas. Temas como el racismo, la discriminación injusta, la falta de respuesta a quienes padecen hambre o la falta de atención médica, las políticas de inmigración injustas, la pornografía, la redefinición del matrimonio civil y muchos otros son problemas morales muy serios que requieren que actuemos. El hecho de que un candidato pueda estar en contra del aborto y la eutanasia, por ejemplo, no le da al votante el derecho a justificar la indiferencia o la falta de atención a otras cuestiones de dignidad humana.


Entonces, ¿cómo sé lo que es correcto?


Nadie puede decirte por quién votar, pero si te esfuerzas por vivir tu fe y abogar por la Verdad en el mundo, debes tomarte el tiempo para orar sobre las cosas antes de apoyar a un candidato o defender políticas. No te subas a un tren porque todo el mundo lo está haciendo. No permanezcas apático y no hagas nada sólo porque no sabes qué hacer. Si tienes dificultades para determinar la opción moralmente correcta cuando vas a las urnas, aquí tienes algunos consejos:


  • Reza y recibe los sacramentos. Si tu vida está centrada en Cristo y sus enseñanzas, las cosas tienden a volverse menos grises y más blancas y negras.

  • Forma tu conciencia. Aprende sobre la Doctrina Social de la Iglesia. Investiga por qué la Iglesia se opone a ciertos temas y por qué nunca podemos apoyar a un candidato que aboga por algo intrínsecamente malo.

  • Haz tu investigación. No votes simplemente por un candidato porque sea de uno u otro partido. Investiga su historia. ¿Qué políticas defienden? ¿Existe alguna cuestión descalificante que te impida automáticamente votar por él/ella?

  • Toma acción. Lo más probable es que el candidato por el que elijas votar no esté perfectamente alineado con la Doctrina Social Católica, sino que será el “menor de dos males”. Pero la acción es mejor que la inacción, y estamos llamados a defender la justicia. Así que actúa emitiendo tu voto, sirviendo en tu comunidad, escribiendo cartas a tus representantes y, sobre todo, ora por tu país.

  • Busca la unidad. No es nuestro lugar juzgar a otra persona por sus elecciones de voto porque no conocemos sus corazones o cómo se ha formado su conciencia. Tampoco podemos permitir que las preferencias políticas provoquen división. Para trabajar hacia la unidad, necesitamos conversación y diálogo. Conversa con personas de creencias diferentes a las tuyas y trabaja para comprender su punto de vista.


Al final del día, todos estamos luchando por el cielo y caminando juntos en este viaje. Todos somos parte del Cuerpo de Cristo. Así que forma tu conciencia, toma decisiones en oración, luego haz tu parte para educar y evangelizar a quienes te rodean.


Sólo respira. No rezamos al presidente, al senador ni a ningún funcionario electo. El Rey de nuestros corazones es el Señor de señores y Príncipe de Paz. Deja que Él dirija tus caminos y repito, ora por tu nación.


Desde lo más profundo de mi alma,

Angie M.

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