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¿Existe el purgatorio?

Foto del escritor: Eco evangeliiEco evangelii

Sobre las realidades últimas se habla poco y más en estos tiempos dónde el nihilismo ha tomado desafortunadamente mucha presencia en el pensamiento del hombre, aún en nosotros católicos, quiénes olvidamos en ocasiones tener conciencia sobre las postrimerías.


En una ocasión, escuché decir a un sacerdote una frase que me motivó a ir conociendo e interiorizando sobre esta realidad cristiana: «muerte, juicio, infierno y gloria ten cristiano la memoria», pero, esto también hizo que me surgieran algunas inquietudes sobre cómo conocer estas realidades de fe, qué pasaría si aun muriendo en amistad con Dios no haya reparado todas mis faltas y cómo es que al orar por los difuntos podemos ayudarlos a llegar al cielo.


Por ello, Dios en su infinita sabiduría nos habla en su palabra sobre la purificación que vivirá nuestra alma y la reparación que podemos hacer por aquellos que ya partieron de este mundo, desde el antiguo testamento:

«Después de haber reunido entre sus hombres cerca de dos mil dracmas, las mandó a Jerusalén para ofrecer un sacrificio por el pecado, obrando muy hermosa y noblemente, pensando en la resurrección. Si no hubiera esperado que los soldados caídos resucitaran, habría sido superfluo y necio rogar por los muertos; más considerando que a los que mueren piadosamente les está reservada una magnifica recompensa, se trataba de un pensamiento santo y piadoso. Por eso mandó hacer este sacrificio expiatorio en favor de los muertos, para que quedaran liberados del pecado».
II Macabeos 12, 43-46.

También encontramos en el Catecismo de la Iglesia en los numerales 1030-1032 sobre el purgatorio: «Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo». Y tiene mucho sentido, debido a que, si nosotros pecamos, recibimos la absolución del sacerdote en la confesión, aún queda esa herida en el alma por la falta cometida que ha de ser sanada y reparada, para estar preparados a vivir en la eternidad con el Amor de los amores. Por eso, algo hermoso que tenemos dentro de nuestra Iglesia Católica es la comunidad de los santos dónde oramos sin cesar los unos por los otros, para juntos alcanzar la Gloria. Igualmente, muchos santos tuvieron revelaciones sobre el infierno, purgatorio y cielo, una de ellas fue Santa Gertrudis la Grande a quién nuestro Señor Jesucristo le reveló una oración que puede sacar mil almas del purgatorio:


Padre eterno, yo te ofrezco la preciosísima sangre de tu Divino Hijo Jesús, en unión con las misas celebradas hoy día a través del mundo por todas las benditas ánimas del purgatorio por todos los pecadores del mundo.

Por los pecadores en la iglesia universal, por aquellos en propia casa y dentro de mi familia. Amén.


No cesemos de orar y de pedir a Dios la gracia de siempre estar en Su caminar hasta el último instante de nuestras vidas, que en cada momento podamos decir: Jesús en ti confio.


Carmen I. Grass Vergara.


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