Reflexión de una situación muy real.
Escrito por Kiara R.
En una ocasión le pregunté a una amiga, cómo se sentía estar lejos de Dios, ya que ella, me había contado unos días antes, que creía estar alejada. Y, me respondió con este escrito:
«Una vez me preguntaron: ¿Qué es la primera palabra que pensas cuando estás lejos de Dios? Al principio no sabía que responder. Pero respondí con una palabra que creo que fue la más exacta: "extrañar", a lo que me respondieron inmediatamente "extraña". Entonces relacione ambas palabras: extraña y extrañar.
Extraña me siento, si, y extraña estoy; mi corazón también lo está, mis actitudes cambiaron de mejor a peor, mi lengua habla más de lo que calla, y mi mente no para nunca. Las vanidades llegaron (aunque creo que jamás se fueron por completo), y yo les permití ingresar. De a poco me iban consumiendo, arrastrando a ellas otra vez, y eso lo transmitía con enojos, ira, malas contestaciones y hasta me alejé de mis amigos, aquellos que siempre me hablaban de Él y me invitaban a acercarme otra vez. Rechace muchas cosas, mi corazón enojado y confuso, rechazó charlas, encuentros y reconciliación.
Y es acá donde puedo hablar de "extrañar", porque extraño charlar con Él y de Él, extraño sentirme llena feliz y esperanzada, extraño los días en los que podía estar en silencio y en paz sabiendo que Él está a mi lado, extraño sentir su abrazo paterno. Extraño no estar enojada por no encontrarlo, por no poder verlo. Cuando estoy con Él siento que todo es mejor y más fácil. Y hoy, creo que no puedo ni siquiera concentrarme, todo me pesa, estoy cargando una mochila más grande de lo que es mi cuerpo, y siento que no puedo más, que no doy más. Pero tengo esperanza y certeza de que Él, mi amor escondido por mis sombras, está extrañándome, esperándome con brazos abiertos. Ojalá sea pronto el reencuentro, ojalá mi corazón pronto se abra otra vez a su amor y salvación. Ojalá no sea tarde cuando suceda».
Lo que más me llamó la atención de este texto y es el motivo por el cual escribo, es la última línea, donde ella escribe: "Ojalá sea pronto el reencuentro, ojalá mi corazón pronto se abra otra vez a su amor y a su salvación. Ojalá no sea tarde cuando suceda". Medité estas palabras y solo pensé en cuántas veces yo también sentí lo mismo. El miedo de volver a Dios y que sea tarde, me invadió a mi también muchas veces. Pero, con la oración me di cuenta que nunca es tarde, nunca es tarde para volver a Dios. Lo primordial es preguntarnos por qué no nos disponemos a volver, ¿por qué huimos del que nos da vida? ¿Que cosas nos hacen huir? ¿Qué estamos esperando para el reencuentro? ¿Un momento especial, tal vez? ¿Estar totalmente en gracia quizá? Y en el mientras tanto... ¿solo nos alejamos más y más?
No hay lugar especial. No hay momento especial. No hay fecha pronosticada. Solo está el hoy. No postergues más el encuentro que tu alma necesita. Si tú también estás lejos del amor de Jesús, no esperes más. Estoy segura que Él te está esperando desde el primer momento que empezaste a huir de Su Amor. Y la espera se hizo larga. Hay veces que yo me digo a mi misma que, si Jesús en mi vida solo termina siendo una postergación, al final no es tan importante o me estoy olvidando de lo que Jesús quiere hacer conmigo, todos los días y en cada momento. Quiere ser parte en cada destello de mi vida y ser protagonista en los pasos que doy. Ya que Él es el camino.
Por eso el momento para volver es hoy. Hoy Jesús espera en cada instante de tu día: una palabra, un gesto, un pensamiento, un espacio. Un tiempo. Y si sientes que es poco, que no alcanza, convéncete de que esos cinco minutos van a cambiar tu realidad. Y para la próxima vas a necesitar diez. Y después quince. Y va llegar un día en el que no puedas irte a dormir sin antes hablar con tu Mejor Amigo. Dios enamora, cautiva y pasa a ser necesario para vivir.
Por último te comparto unas palabras de la Hermana Clare Crockett que espero te sirvan y te sean útiles para volver al Padre:
«Hay dos caminos en la vida: el camino estrecho, que es duro y empinado, pero que lleva a la vida; o el camino ancho que es "fácil" pero que lleva a la muerte. Es tan fácil como eso – vida o muerte, plenitud o destrucción, verdadera felicidad o felicidad falsa, la verdad o la mentira, libertad o esclavitud, Dios o Satanás… Tú sabes que necesitas la verdad, necesitas a Dios».
Y yo te diría también que no dejes de luchar, lucha. Lucha por lo que te va salvar.
San Agustín dijo: «Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti».
¡Ánimo! Dios te ama. Y te espera con amor.
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