Cuando San Juan Pablo II instituyó la Fiesta del Domingo de la Misericordia, dejó una gran herencia espiritual para las personas de nuestros tiempos. Providencialmente, él mismo partió a la Casa del Padre, en la víspera de dicha fiesta en el año 2005.
Febrero de 1931. En Polonia, una humilde religiosa, Sor Faustina Kowalska, quien apenas y sabía escribir y leer, fue el instrumento para comenzar a recibir el mensaje de Misericordia del mismo Jesús. Ahí, en la intimidad de su monasterio, a veces encargada de la puerta, a veces asignada a modestas labores en la cocina, transcurría un coloquio de amor y compasión que resultaba inimaginable para muchos. Es imposible en este breve espacio el poder narrar con todo detalle los acontecimientos vividos de 1931 hasta su muerte en 1938. Más bien, el objetivo en esta ocasión, es el de hacer una breve semblanza de esta Fiesta de la Divina Misericordia, e invitarte a que la vivas con toda su riqueza y plenitud, en esta Pascua.
Dicha Fiesta como dije anteriormente, fue instituida por el Papa San Juan Pablo II, en mayo del año 2000, un año icónico porque representó el cruce de la humanidad hacia el umbral de un nuevo siglo pero también de un nuevo milenio. Ese mismo año, el Papa había canonizado (en abril) a Santa Faustina. Fue por medio de esta hermana que, Jesús se hizo presente en innumerables mociones, y le había pedido (entre otros medios para derramar la fuente de Misericordia a la humanidad) que se instituyera la Fiesta de la Divina Misericordia, Su Divina Misericordia. Faustina y Juan Pablo II, ambos polacos, vivieron en una Europa sacudida por el desasosiego, las guerras y a la postre una sociedad herida por la desesperanza y la angustia.
Cuando el Papa Juan Pablo II instituyó la Fiesta, esta quedó marcada en el calendario litúrgico para observarse el segundo domingo de Pascua. Abre las compuertas de compasión del Cielo hacia todo aquel ser cristiano que desee sumergirse en la profunda Misericordia de Dios. En ese día, y cumpliendo con las provisiones del caso, se otorga indulgencia plenaria para quien viva en unión con Jesús ese domingo tan especial. Parafraseando a una madre que lo explicaba a sus hijos de manera sencilla: "es como un pase directo al Cielo".
¿De dónde viene el término "misericordia"?
La "miseria del corazón". Es poder experimentar nuestra pequeñez contrastando con la magnanimidad de todo un Creador. Es el reconocernos en poquedad pero dignificados por quien nos justificó con su Pasión, Muerte y Resurrección gloriosa. Es esa fuente de sangre y agua, como se quiso representar Jesús mismo en la pintura que pidió a Sor Faustina que le elaborasen... Sangre que derramó en los días previos a la Pascua hasta la última gota en la Cruz, y el Agua que nos limpia de toda culpa.
En esta Pascua, y en las siguientes del resto de tu vida, hazte el propósito de vivir el segundo domingo con todo fervor, confianza y alegría, llevando a los tuyos a beber de esta fuente de gracia. ¡Algo grandioso deberá de tener esta Fiesta, que el propio Juan Pablo II fue llamado a la Casa del Padre, el sábado 2 de abril del año 2005, víspera del día de la Divina Misericordia! Una afortunada coincidencia que nos enseña y re afirma aquel famoso dicho: "así como es tu vida, será tu final". Nuestro amado Papa no cejó hasta cumplir este pedido y deseo de Jesús de establecer esta festividad, y así cosechando lo sembrado, pudo tener el gusto de celebrar esa misma fiesta poniendo sus pies en la Casa del Padre, recibiendo ese abrazo de infinita Misericordia en primerísima persona.
Para mayor información te invitamos a consultar las condicionantes previstas para cumplir con lo requerido y poder recibir esta "amnistía de Amor" y prepárate a vivir con plenitud la Pascua recibiendo y dando misericordia.
Gracias Oscar.
Por recordarnos al gran Santo Juan Pablo II y a Sor Faustina, que fue el medio por el que el Señor nos da a conocer su Divina Misericordia.