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El poeta enamorado del Amor

"El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa" - San Juan de la Cruz.

El 24 de junio de 1542, en Fontiveros, provincia de Ávila (España), nace Juan de Yepes Álvarez, mejor conocido como san Juan de la Cruz. Después de la muerte de su padre, su familia se ve envuelta en una serie de penalidades debido a su situación de pobreza, lo que conduce al pequeño Juan a compaginar el estudio con el trabajo, e ingresa a un colegio de jesuitas en donde obtiene una sólida formación en Humanidades, que se ve reflejada en sus obras.


A los 21 años siente el llamado de Dios para ingresar en el "convento de los Padres Carmelitas de Medina del Campo", en donde conoce a quien marcaría profundamente su vida y con quien fundaría la Orden de los Carmelitas Descalzos, santa Teresa de Jesús.



San Juan de la Cruz es uno de los grandes místicos, lo que le valió el título de Doctor de la Iglesia. Además, es uno de los máximos exponentes de las letras hispanas del Siglo de Oro, por lo que se le conoce como “amante del silencio, pero maestro de la palabra”.


Entre sus principales obras se encuentran “Noche oscura del alma” y “Cántico espiritual”, siendo este último reconocido como una de las obras maestras de la poesía mística por la manera sublime de expresar el amor entre el alma y Dios, haciendo un eco al libro bíblico “Cantar de los Cantares”. Cualquiera pensaría que esta obra fue escrita en un momento de bonanza, pero esto está muy lejos de la realidad…


Después de aceptar ser parte de la reforma del carmelo iniciada por santa Teresa de Ávila, san Juan de la Cruz sufre la persecución por parte de un grupo de carmelitas descalzos que se resisten a la reforma, lo que condujo a su encarcelamiento en una celda que medía poco menos de 2 por 3 metros, ahí vivió las peores penalidades: fue torturado, obligado a vivir ayunos constantes y se le retiró la posibilidad de leer y escribir, por lo que terminó componiendo y memorizando las primeras estrofas de lo que sería una de sus obras de amor más bellas.


En este ambiente tan hostil se puso a prueba el amor del santo hacia Dios, dejando en claro que su alma permanecía fiel esperando a su Amado, pues sabía que sin Él no era nada, por lo que evitó poner su corazón en las riquezas y bienes que ofrece el mundo, dejando de esperar los contentos de la carne y los consuelos del espíritu, deteniéndose solo en buscar a su Amor viviendo las virtudes, tal como lo manifestó en la siguiente estrofa de su Cántico:


"¿Adónde te escondiste, Amado,

y me dejaste con gemido?

Como el ciervo huiste,

habiéndome herido;

salí tras ti clamando, y eras ido.


Buscando mis amores,

iré por esos montes y riberas;

ni cogeré las flores,

ni temeré las fieras,

y pasaré los fuertes y fronteras".


Los invito a escuchar esta hermosa adaptación del "Cántico espiritual" por el grupo Jésed:



Solo un hombre profundamente enamorado pudo mantenerse firme en la prueba y dar un bello fruto de amor, tal como lo es esta obra, pues

“el alma enamorada es alma blanda, mansa, humilde y paciente”.

Tal vez en nuestra vida las pruebas que viviremos no serán dentro de una cárcel física, sino en una cárcel emocional o espiritual, probablemente sean heridas emocionales, recuerdos que no nos dejan avanzar, pecados, enfermedades, pobreza, o situaciones en las que nos resulta difícil reconocer la presencia de Dios, pero justo ahí es donde las huellas del Amor nos salvarán. Solo el verdadero amor es capaz de soportar las penalidades, sabiendo que el encuentro con el Amado vale la vida misma, pues en Él solo descansa el alma.


"El amor es la inclinación del alma y la fuerza y virtud que tiene para ir a Dios, porque mediante el amor se une el alma con Dios… basta que tenga un grado de amor, porque por uno solo se une con Él por gracia".
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