El Cristo sonriente
- Andrés
- 19 nov 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 25 feb
Escrito por: Andrés G.
Los evangelios guardan consigo un gran tesoro para toda la Iglesia, muestran la vida de Cristo y muchos detalles que nos permiten hacer una composición de lugar, conocer detalles únicos de su vida y asà poder amarlo más.
En ellos podemos ver a Cristo que siente compasión de la muchedumbre que tenÃa hambre y que estaba como ovejas sin pastor. Lo contemplamos llorando ante la muerte de su amigo Lázaro, o triste y preocupado de cara a su pasión y muerte. Lo encontramos enojado expulsando a los mercaderes del templo, lo vemos en silencio, orando, caminando sobre las aguas, etc.
En definitiva, contemplamos a Cristo en muchos aspectos de su vida pero jamás el Evangelio nos habla de que Jesús tenÃa una sonrisa dibujada en los labios, ¿por qué?, ¿será que Cristo nunca sonreÃa?
En realidad, se puede afirmar aquà que no es que Cristo nunca sonreÃa, es más, se puede afirmar que Cristo siempre sonreÃa, de lo contrario no se podrÃa explicar por qué los niños acudÃan a él, por qué las multitudes lo escuchaban complacidas, o por qué tantos jóvenes desde Andrés y Felipe hasta nuestros dÃas se han entusiasmado con Él hasta el punto de entregarle toda la vida.
Entonces, ¿por qué los evangelios no lo mencionan explÃcitamente? Es natural que el hombre siempre esté buscando la novedad pues de hecho llama bastante la atención y es lo que más vende en los medios de comunicación actual; hasta cierto punto los discÃpulos, en especial los evangelistas, también trataron de dejar aquello que era más relevante desde su punto de vista. Por eso solo han escrito y grabado en la historia y en la memoria, esos momentos fuertes que opacaron aquella sonrisa habitual que estaban acostumbrados a observar en su Maestro.
Esta sonrisa que Cristo mantenÃa, es sin duda, el mejor ejemplo a seguir en estos tiempos de pandemia, momentos en donde hemos aprendido a valorar un abrazo, el sonido del viento corriendo por nuestro rostro sigilosamente, una sonrisa que llena el alma o un café con los amigos. Son pequeños detalles, pero que nos llenan de alegrÃa y pronto volveremos a disfrutarlos, mientras, debemos seguir sacando el bien de todo esto, seguir luchando, seguir creyendo, seguir confiando. Tener la certeza de que nuestra alegrÃa es perfecta porque se basa en Él, en aquel nos amó hasta el extremo y que en medio del sufrimiento seguÃa transmitiendo alegrÃa y paz.
Su alegrÃa llena de sentido también nuestra vida, empuja a agradecer y a contagiarla a todos los que nos rodean porque se funda no en sentimientos, sino en una certeza de que seguimos una persona viva, que está presente en nuestra vidas y nos sostiene. Como dice san Pablo: "¿Quién nos separará del amor de Cristo?, ni la persecución, la angustia, la tribulación..." Y nadie nos podrá separar de ese amor, fuente de nuestra alegrÃa.